De académico a farsante, la era del cinismo



Tal vez es necesario recordar, que un tiempo ya remoto, cuando Evo Morales todavía no era presidente, el IPSP retomando la sigla de un viejo partido de extrema derecha, buscaba al candidato ideal para seducir a la escurridiza, y hoy vapuleada, clase media. La fórmula del éxito era reunir lo popular con lo letrado: Evo Morales, el hijo del pueblo, con su chompita tan bonita, provocando ternura en la comunidad internacional, emblema de lo indígena y de la superación nacional, retoño de la democracia y valiente defensor de los oprimidos, sólo podía candidatear acompañado por un culito blanco, retomando la terminología que los fervientes defensores del evismo utilizan hoy en día. El elegido, fue José Antonio Quiroga, sobrino del emblemático líder de la izquierda boliviana y líder indiscutible del PS-1, pues el perfil del vicepresidente era muy claro: tenía que ser un intelectual de izquierda. La política se construye a partir de símbolos, su objetivo es embaucar y en país como Bolivia el linaje es muy importante, un apellido abre muchas puertas y seduce a los incautos. José Antonio rechazó la generosa oferta del movimiento indígena, trasmutado en partido político, provocando una pequeña crisis; se barajaron otros nombres: Antonio Peredo, Filemón Escobar, Loyola Guzmán, aunque todos ellos eran representantes de la vieja guardia izquierdista. Renovar filas para atraer a un electorado más joven, era el imperativo que aseguraba un triunfo electoral; en ello se fijaron en el brillante analista, la estrella naciente de los medios de comunicación, de esos soporíferos programas de debate: Álvaro García Linera. 

Cumplía con todos los requisitos establecidos: intelectual, blanco y de izquierda; exguerrillero además. Matemático y sociólogo, catedrático universitario; era el candidato ideal. La intelectualidad boliviana peca de ridiculez, basta con enunciar que uno hizo estudios en el extranjero para causar admiración y respeto. Y García Linera se presentaba de esa manera, como un individuo que hizo estudios en la prestigiosa UNAM, aunque nunca quedó muy en claro qué estudios cursó y cómo logró adjudicarse una plaza en la prestigiosa carrera de sociología de la UMSA, la vanguardia investigativa de las ciencias sociales en Bolivia. Tomando en cuenta que entrar a la universidad boliviana es complicado, piden un montón de requisitos y fotocopias legalizadas de todos los diplomas, podemos suponer que García Linera gozó de un cierto tipo de favoritismo, en una carrera que tiene una clara inclinación hacia la izquierda. Lo cierto es que a principios de los 2000, el ahora magnánimo vicepresidente, era un intelectual en boga y un prestigioso académico. Hay que tomar en cuenta, que ese risible mundillo intelectualoide, construido por redes clientelares, se fortalece a partir del prestigio curricular de sus componentes: personas con estudios destacados, con posgrados pomposos y publicaciones celebérrimas. Nadie puede negar el aporte intelectual de García Linera, pero dada las características del mundo académico, tan quisquilloso y celoso, podemos sospechar, con justa razón, que nuestro buen vicepresidente presentó documentos falsos que daban testimonio de sus estudios universitarios, siendo un delito muy grave. Es decir, ahora que se sabe que García Linera no hizo estudios de nada, podemos afirmar que durante años se hizo pasar por algo que no es; todo su prestigio se fundamenta en una farsa. 

El vicepresidente miente, y mintió de manera descarada; los defensores de siempre saldrán a la palestra pública, arguyendo que muchos presidentes también mintieron. Mal de muchos, consuelo de tontos; en un país de ignaros el título de licenciado encandila, da prestigio y muchos políticos destacados se hicieron pasar por profesionales. Sánchez de Lozada, Paz Zamora, Carlos Palenque y el buen Carlos Mesa, fungen en la lista de embaucadores, pero ninguno fue reconocido como un académico destacado. Carlos Mesa es despreciado por los historiadores de élite, ante los ojos del círculo universitario es sólo un comunicador con ínfulas de grandeza. Podrá tener carisma y De Cerca es sin duda el mejor programa de entrevistas de la televisión boliviana, pero Carlos Mesa, nunca fue laudado o galardonado como un gran investigador social. García Linera es un tipo muy habilidoso, sin duda lee y tuvo la suficiente habilidad como para engañar a la academia. Tal parece que para ser reconocido como eminencia, basta con leer algunos libros canónicos, tener un vocabulario seudocientífico, facilidad de palabra y buenos contactos. La pregunta que nos acongoja es ¿cómo un individuo sin diplomas, pudo convertirse en un prestigioso analista e investigador, en un país que le da tanta importancia a los títulos universitarios? El caso debe esclarecerse porque hay presunción de delito.

La condición sine qua non para su nombramiento como candidato a vicepresidente, el anzuelo para capturar a la sociedad letrada, fue un vil engaño. Esta situación ejemplifica muy bien el problema de fondo que aqueja a la sociedad boliviana: para triunfar en este país hay que ser un mañudo, hay que aparentar, hay que convencer a la gente y te comprarán piedras. Es la base de la toda la discursividad evista, pues todo el llamado proceso de cambio no es más que una farsa. El gobierno de los pueblos indígenas y de los movimientos sociales, empoderó a una nueva oligarquía política reproduciendo el mismo sistema de dominación que dice combatir. Hubo un truque hegemonías, pero el estilo de hacer política sigue siendo el mismo: imposición de directivas desde el poder ejecutivo, sin diálogo, sin intercambio de ideas y pobre de aquellos que osen cuestionar la buena voluntad del gobierno. Evo cumple, Tupiza no cumple, es chantaje político. La ayuda del gobierno, la ejecución de obras y el desembolso de dinero, están condicionadas por la sujeción de las alcaldías y gobernaciones a los designios del evismo, todos al unísono adulando al líder máximo, el gran benefactor de la patria. Aquel que tenga el descaro de cuestionar es un traidor, un agitador, un instigador de Golpe de Estado. Nadie puede decir nada, nadie puede protestar, hay un conflicto latente en los Yungas y el oficialismo fue muy claro al establecer que esas regiones disidentes serán castigadas quitándoles proyectos. Detrás, está la política de la coca y yo me pregunto ¿dónde está el cambio? 

Estamos en la era del cinismo, en el gobierno de los mañudos, aquellos que engañaron al pueblo y secuestraron los poderes del Estado para satisfacer intereses personales, extranjeros y sectoriales, y antes de soltar la mamadera del poder están dispuestos a dar pelea, se aferran como garrapatas chupando la sangre del pueblo. Pero nunca hay que olvidar que los gobiernos son un reflejo de la sociedad y tenemos el gobierno que nos representa, pues somos una sociedad de habladores y arribistas, como bien lo ejemplifica nuestro venerable vicepresidente, príncipe de los embusteros. En Bolivia hay que tejer una red de mentiras, sólo así podrás triunfar; si eres honesto y sigues las reglas del juego, te van a pisotear. No es una casualidad si somos un desastre de país, tenemos el gobierno que merecemos. Les dimos el poder, nos dejamos engañar, pero a nosotros nos toca decidir, si seguimos respaldando a los embusteros o tomamos en mano nuestro destino.     




Por: Jorge M. Valda Villavicencio 

Comentarios

  1. Fue el mismísimo Gobernador de La Paz, Felix Patzi, él y los miembros del consejo de la Facultad de Ciencias Sociales, donde resultan ser complices todos los profesores.

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  2. Fue el mismísimo Gobernador de La Paz, Felix Patzi, él y los miembros del consejo de la Facultad de Ciencias Sociales, donde resultan ser complices todos los profesores.

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